Miro al cielo y veo a una nube parir una luna hermosa, redonda y blanca como una hostia consagrada.
Y abro la boca y ofrezco mi lengua al cielo para que mi paladar toque al astro, pero no puedo tener una comunión celeste.
Porque no nací de la tormenta.
Nací de carne y de sangre, de amor y dolor.
Por eso he de comulgar en cuerpo, en piel y en sudor.
Pero aunque soy mediocre, aunque soy nadie, aunque soy nada, puedo decir que he visto nacer a la luna.
Parida de una nube preñada, grande y oscura. Mírala, orgullosa y reina del mundo.
Ha venido para iluminarnos, para bañarnos de luz.
Ha venido para salvarme de mi mirada vulgar.
Imagen: Pexels
👌
Me gustaMe gusta
🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona