Un café, por favor

Hagamos el amor, el nuestro, como se hace el café:

Bien cargado, dulce y que nos despierte.

Será negro por la noche que nos cubre. Nuestra cama, la porcelana. Y yo ocultaré la amargura que nos dejó el desamor pasado con un dulzor que quedará esparcido como dos cucharadas de azúcar que se desbordan.

El negro café ya no será sólo el color de tus ojos o el del antídoto a mis horas labradas, será el de nuestras noches y el del engranaje de los sueños. E igual que el café te deja el sabor abrazado a la lengua, yo me quedaré amarrada a tus lunares e hilvanada a tus pestañas.

Y cuando escuchemos a desconocidos reclamarse cafés con los que hablar de la vida, pensaremos que es nuestro amor que se está expandiendo, que rebosa.

Un amor intenso, caliente y del negro más profundo.

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