Ya a la venta ‘De tu mirada a la mía’

Aquí esta: ‘De tu mirada a la mía: Versos desde la miopía del (des)amor y otras historias‘.

https://cutt.ly/1rej5uK

Prosa poética, reflexiones y relatos.
De tu mirada a la mía’ es un conjunto de emociones hilvanadas, recuerdos de (des)amor y versos con sabor a tierra encharcada.

Letras con olor a lluvia, a lavanda y a azafrán. 📝

Tengo mucho que mejorar, que aprender y que reescribir.

Pero sí puedo afirmar que está impreso con rubor y tecleado con la emoción en alma viva.

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Ojalá que alguna sílaba llegue a hacer alguna cosquilla en la garganta o el corazón, porque eso sí, todo está macerado con bien de azúcar, bien de intensito.

La preciosidad de imagen es obra de Cristina Carrascal.

👉 Podéis encontrarlo aquí: https://cutt.ly/1rej5uK

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Hija de una diosa (o el segundo nacer)

El calor volvía a ser insoportable, pero no era un calor picajoso. Era una capa húmeda  y caliente que creo que sólo crece en Japón durante el verano. Los semi todavía no cricaban, pero ya me los imaginaba calentando para salir a actuar.

Durante un rato habíamos estado aliviados del calor. ¿Un minuto? ¿Dos? ¿Ocho? A mí se me hizo eterno. Fue en el vientre de una diosa.

O al menos, eso dicen. El vientre de la madre de Buda. Bajo el templo de salón Zuigudo, una cueva se adentra en las laderas del monte.

En la oscuridad más profunda que recuerdo (aunque imagino que todos vivimos unos meses en una oscuridad así), me encorvaba y caminaba despacio, agarrándome de esas cuentas junto a la pared.

El túnel era estrecho (o al menos así lo sentía) y tan oscuro que no me avergüenza decir que tenía miedo. Sabía que llegaría el final, pero sí, tenía miedo. Hubo un momento que todo se agrandó y atisbé la piedra a la que, según dicen, debes rodear para que tu deseo se cumpla. No sé si llegué a hacerlo, si lo hice bien o mal. Sólo recuerdo que poco después volví a un túnel y  comencé a ver la luz. Tal vez por eso dicen que es una peregrinación al útero, que  te das a luz. Mejor dicho, que la cueva te da a luz. Vuelves a nacer por el vientre de la madre de Buda.

Y puede que sí, porque después del miedo a esa oscuridad, llegó esa luz cegadora. Imagino que algo así pasó al principio, eso debimos sentir en el primer parto que nos dio la vida.

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Creo

Entre creer y crear sólo hay un pequeño salto.

Una minúscula letra hace de puente entre soñar y hacer, opinar y fundar.

Pero si me lo paso a mi persona, a esa primera persona del singular que tanto miedo me da, ya no hay puente, sólo precipicio: Creo.

¿Quiere decir que al hacerlo, es por eso por lo que he de creer?

¿O es que sólo hay una forma de crearlo y es tener fe en ello?

Sí, tal vez esa minúscula letra sea lo que mantiene el puente amarrado para poder cruzar el precipicio.

Pero entre el vértigo y caer, creo.

 

Imagen: Pexels.

Tenemos un poema

Ojalá pudiese correr por las líneas de mi mano.

Llegar hasta el acantilado que marca el principio y volver al precipicio del fin.

Una bocanada de eternidad, respirar nebulosas.

Ojalá esos surcos fuesen de campo labrado.

Que mi carne fuese tierra fértil y húmeda para encharcarme de lluvia y que las zanjas se me empaparan de vida.

Ojalá pudiese caminar hacia delante y hacia atrás por esas autopistas de tiempo.

Pero no iría al futuro, tampoco al pasado. Me quedaría en hoy. En este presente eterno al que ya estamos condenados.

Y así podría volver a esta mañana, que sería perpetua, y antes de la ducha me hilvanaría a tu pelo, memorizaría las constelaciones de tu cuerpo y podría repetirte una y otra vez:

«Tienes razón, tenemos un poema».

 

Imagen: Pexels